martes, 14 de agosto de 2012

DÍA 4: NUEVA ORLEANS


Nueva Orleans es muy distinta a todo lo que llevamos visto hasta hoy. Nueva Orleans huele, está sucia, los adoquines de sus estrechas aceras están rotos, las fachadas ennegrecidas… Nueva Orleans mola. Mola porque es un cachondeo en cada esquina, no sabemos cómo será Las Vegas, pero la capital del Jazz ha puesto el listón muy alto.


Amanecimos relativamente pronto y fuimos a por unos beignets al Cafe du Monde. Tras un paseo de 10 minutos en el que casi morimos deshidratados, llegamos a la plaza de la catedral. Hay una cola de media hora para la terraza, y cuando estábamos a punto de mandar el beignet a tomar vientos, descubrimos otra cola mucho más corta para el take away. El calor nos ha matado el hambre, así que pedimos unos cafés helados y 6 pastelillos para los cuatro. Cruzamos unas vías de tranvía y nos sentamos en un banco a orillas del Mississippi a desayunar.

Cada pastelito llevaba azúcar como para parar un petrolero

A los 5 minutos, un saxofonista se pone a 10 metros, monta su chiringuito y empieza a convertir ése en uno de los momentos del día. Cuando el vapor que había amarrado a unos cientos de metros hace sonar la sirena y pasa por delante de nosotros, la estampa ya es jodidamente perfecta. Le damos unos dólares al tío por aquel momento y dirigimos nuestros pasos al French Quarter.


Antes de entrar en la catedral, en el parque que hay delante vemos una boda militar. Qué típico, todos con los uniformes de blanco nuclear, y la raya en los pantalones hecha con escuadra y cartabón…


Dentro de la catedral encontramos la bandera española acompañando a la americana, y en las calles de alrededor encontramos numerosos recuerdos del pasado español de Louisiana.



Entramos en el French Market, donde abrevamos Gatorades multicolores y compramos algún souvenir.



Tras recorrerlo de punta a punta, nos damos cuenta de que caminar al ritmo de turista metidos en este horno húmedo cansa mucho, así que nos sentamos en una terraza donde una pizarra promete 2x1 en hurricanes, un refrigerio típico de la ciudad.

La rolliza camarera con el pelo azul nos habla con un acento un poco más difícil de coger al vuelo. Pero usando español, inglés del nuestro, gestos con las manos, y el típico “jajaja…” cuando no pillas nada, conseguimos 4 hurricanes en nuestra mesa.



Refrescados, volvemos a perdernos durante unas horas por las manzanas del French Quarter, y acabamos de nuevo en la calle Bourbon, donde a las 5 de la tarde ya empieza el cachondeo otra vez. Por esto decimos que Nueva Orleans es diferente…




Nos tomamos un perrito con chili brutal en una esquina (según la opinión gorilesca, de los mejores de nuestra vida). La dudosa higiene del carrito y del chef nos dan un poco igual, prometemos que luego volveremos a por otro.


Empieza a llover, y estamos al lado del Pat O’Briens, donde leímos hace meses que ponen los mejores huracanes de la ciudad. El garito tiene varias salas y un patio; después de recorrerlo entero, nos quedamos en el salón donde dos tías al piano atienden a las peticiones que el público les pasa apuntadas en servilletas (si quieres asegurarte de que van a tocar la tuya, acompaña tu servilleta de un billete verde, no seas rata).


El calor hace que nos pongamos rumbo a la piscina del hotel, donde estaremos un buen rato, y es que esta piscina refresca lo mismo que una taza de café hirviendo. De esta tarde/noche nos llevaremos unas de las mejores fotos de Nueva Orleans.



El día termina con un último paseo de madrugada por Bourbon Street y alrededores, ya sin la cámara encima. El conjunto de la ciudad, más el hotel, más los personajazos que nos hemos encontrado se lleva la aprobación gorilesca unánime. Mañana nos va a dar pena marchar.

2 comentarios:

  1. Me gustaría estrenarme comentando en este super animado y muy bien escrito blog gorilesco.
    A decir verdad como se nota que tenéis el viaje más que trillado haciendo que las cosas que dejáis al azar forman parte de vuestra cultura gorilesca.
    Todas las fotos describen a la perfección vuestro coast to coast y lo mejor de todo es que cada día siempre tenéis sorpresas.
    No dudo que el duro invierno pasado haga que esta peazo experiencia os quede grabadas a base de galones y muchas pero que muchas millas. Saludos gorilescos para la camada.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias por tu comentario Pete! Un abrazo desde las tierras de los Navajos...

    ResponderEliminar