lunes, 28 de mayo de 2012

LA TRACA FINAL EN LA CA-1 (VOL. III)


Cuando empecé a escribir sobre la CA-1 sabía que iba a encontrar mucha información, pero nunca pensé que esta carretera tuviera chicha como para llenar tres entradas. Ya ves... me columpié, terminamos con esta tercera entrega la guía de viaje sobre las últimas millas del Coast to Coast.


Retomando la ruta en Cambria, unas 15 millas hacia el sur aparece Cayucos, un antiguo pueblo de pescadores, de la mitad de tamaño que Cambria. La carretera lo rodea por el interior y por lo que voy viendo, tampoco es ningún crimen pasar de largo sin parar.


No muy lejos siguiendo la playa, al sur de Cayucos aparece Morro Bay, una ciudad de más entidad, presidida por este enorme pedrusco en la entrada de su puerto, curiosamente conocido como el Gibraltar del Pacífico.


Delante del puerto se extiende una estrecha bahía protegida del océano por una lengua de arena de 6 Km; y detrás de él nos encontraremos numerosos restaurantes, tiendas, hoteles… bueno, un poco de esa civilización que brillaba por su ausencia hace unas millas.


Tras una parada (aquí sí), volvemos a tomar la carretera, que ahora se vuelve a separar de la línea de la costa. En unas 10 millas llegamos a San Luis Obispo, ciudad de 45.000 habitantes y centro administrativo del condado. Será el momento de llenar el depósito a un precio normal, y darse una vuelta por Monterey Street, donde encontraremos una antigua misión española que no hay que perderse, pudo haberla construido alguno de nuestros tataratatarabuelos.


La CA-1 vuelve a orientarse hacia la costa. La siguiente parada es Pismo Beach, de nuevo otro pueblo turístico costero. No hay que olvidar que vamos derechos hacia el sur, las temperaturas y las ganas de bañarse van a ir subiendo con cada milla. Pismo Beach tiene una playa apetecible, con su típico pier de madera...


A la salida de Pismo, la carretera se bifurca en dos: la 1 y la 101. A partir de aquí conviene desviarse por la 101 porque la CA-1 da un buen rodeo por el interior, pierde la línea de la costa y se convierte en una carretera del montón. Empezamos entonces un tramo de unos 100 Km lejos del mar, entre ranchos, suaves colinas y plantaciones. Dejamos atrás ciudades como Santa María o Nipomo, y podemos entrar en el pequeño pueblo de Los Álamos, con la calle principal enmarcada a un lado y otro por edificios típicos del far west.


Tras atravesar una zona de lomas, la 101 vuelve a llegar al mar y se une de nuevo con la CA-1 en Gaviota State Park. La costa ahora mira hacia el sur en vez de hacia el oeste, así que las playas son menos salvajes, se puede bajar sin ser Bear Grylls y el mar está mucho más calmado. De aquí a Santa Bárbara la autopista me recuerda a tramos de muchos Need for Speed, o no?


El tramo que recorreremos ahora a través del condado de Santa Barbara se conoce como la Riviera Americana, por su gran parecido con la Riviera francesa o la italiana. La capital, a la que llegaremos en breve, es una ciudad de tamaño medio que fue española hasta anteayer, 1822.


A la ciudad le dan personalidad los guiños a la arquitectura colonial española; por ejemplo merecerán nuestra visita la misión Santa Bárbara, conocida como “la reina de las misiones”, o la sede del condado, ésta de aquí abajo. Después de visitar tanto Burguer cerdo de esos que se montan y se desmontan en dos días, estos edificios viejunos montados piedra sobre piedra serán tan extraños a nuestra vista como un gitano gafapasta.

Santa Bárbara Courthouse. A esa torre podemos subir

En Santa Bárbara, el clima es más suave (mucho más que en San Francisco), así que podremos guardar las sudaderas mientras damos una vuelta por Stearns Wharf, el pier sobre la playa (que no falte).


Las millas en soledad ermitaña se habrán terminado definitivamente. La autopista continua pegada al mar, mientras el tráfico se va haciendo más denso a medida que nos acercamos a Los Ángeles. En media hora larga llegaremos a Ventura, o San Buenaventura, de tamaño similar a Santa Bárbara y con el mismo recuerdo en el ambiente de épocas doradas para la corona española.

También hay paradas de autobús que quieren ser serpientes...

Desde aquí hasta Malibú la ruta sigue pegada a la costa y ofrece continuos miradores y vista points sobre el mar. Todo a nuestro alrededor empieza dar señales de la cercanía de la megaurbe unas millas más allá. Por esta zona, en las montañas de la izquierda, se esconden los cañones donde los quemadillos de L.A. vienen a darle cera a sus pepinos en plan need for speed. Hay que informarse, debe haber sitios que son un auténtico espectáculo gratuito. Para sentarse tranquilamente (a una distancia prudente) y sacar el bote de palomitas.


Aunque preveo que a estas alturas, las ganas de ir a hacer el mamarracho a Los Ángeles van a ir por delante… y sin darnos cuenta llegaremos a Malibú, donde te seguimos contando la ruta en esta otra entrada.

Para terminar este triple ladrillo, vamos a dar un par de consejos que nos hemos ido encontrando en los ocho millones de páginas que hemos tenido que visitar para no escribir barbaridades.

En primer lugar, lo siento por el que quiera dormir, en estos dos o tres días tocará madrugar como si no hubiera mañana. Esto no es Las Vegas, de noche no hay nada que ver. Aquí en agosto amanece a las 6:30 y el sol se pone antes de las 19:50, hay que exprimir estas 13 horas de luz hasta la última gota. El "frsss frssss proooooo buenos-días-macho" va a doler.


Uno de los problemas que más se repiten en las críticas es que la carretera está plagada de domingueros tortuguiles o caravanas de moteros de paseo, que taponan el único carril mientras la doble línea amarilla te prohíbe adelantar.


Aunque para todo problema siempre hay una solución, legal o no: la presencia de las Highway Patrols en esta carretera es casi nula, de manera que hay gente que anima a "hacer una interpretación personal" de la línea continua. Ojo, esto es un consejo que he leído por ahí en algún sitio que no recuerdo, nosotros por supuesto no vamos a cometer ninguna tropelía. Si hay que ir 3 horas detrás de un abuelo al volante de su AMC Gremlin tirando de una caravana , pues se va…


El tema de la gasolina es importante. Salvo que te guste tirar el dinero, llena hasta arriba el depósito en Santa Cruz o Monterey. La gasolina en el resto de paradas intermedias de la ruta puede ser en torno a $1 más cara.

Aunque el precio está bajando, ni en el mejor de nuestros sueños pillamos estos precios...

Por último, hay que tener en cuenta que no hay cobertura de teléfono en muchas secciones de la carretera. Espero que ninguno de nosotros vayamos colgados del móvil, pero en este blog nos debemos a nuestros lectores y quién sabe, igual le salvamos el culo a alguien que pensaba ir guiándose por los mapas en su flamante smartphone.

Como curiosidad, he leído muchas referencias a las ballenas azules, jorobadas, orcas… y demás mamíferos marinos que pasan muy cerca de la costa en sus migraciones y que se ven a simple vista por la ventanilla. Sin embargo, agosto no es el momento, mala suerte... así que habrá que conformarse con los nativos y nativas que veamos en las playas del sur del estado. Qué bien sienta terminar con una cebada gratis.

lunes, 21 de mayo de 2012

LA TRACA FINAL EN LA CA-1 (VOL. II)

No, no me he olvidado de que tenía esta entrada colgada a media ruta. De vez en cuando llegan semanas en el curro en las que parece que todos los culos del cielo deciden enmarronarte a la vez, llegas a casa a las mil, hecho una piltrafa y no hay manera de dedicar un rato a lo realmente importante: el blog. Sea como sea, aquí estamos de vuelta, vamos a conducir el segundo puñado de millas de la CA-1 desde el Bixby Bridge, que es donde lo dejamos.


Al atravesarlo, circularemos a 280 metros sobre la playa, dejando el cañón a la izquierda. Hay paradas obligadas en alguno de los dos o tres miradores que tenemos antes y después del puente, aunque sólo sea para traernos alguna foto; como por ejemplo el de Hurricane Point, en un saliente de roca una milla más allá del puente. Y con panorámicas como ésta:


En los alrededores del Bixby empiezan los planes B que hacen esta ruta aún mas acojonante, si nos liamos la manta a la cabeza podemos meternos por la Old CoastRoad, el camino que existía antes de la construcción del puente.




En este camino de unos 20 Km entre secuoyas, los desniveles abren paso a unas panorámicas grandiosas de los valles interiores, siempre con el océano de fondo. Sólo leo buenas críticas de este tramo, donde la gracia es buscar la aventura porque sí. En función de los ánimos y de cómo lo veamos, decidiremos sobre la marcha. Si por ejemplo lleva 3 días lloviendo, nos lo podemos ahorrar, ya que muchos tramos son de tierra.




A partir del Hurricane Point, comienza la zona más escarpada y montañosa de la ruta. Durante 30 o 40 Km sólo está la carretera, a un lado el océano y al otro la sierra. En estas millas dejaremos playas como la de Point Sur Historic Park a la derecha.




La carretera abandona en Point Sur la orilla del océano y se mete unas millas tierra adentro. Si nos hemos hecho cacas y no hemos cogido la Old Coast Road, éste es el lugar para desplegar el mapa en el capó del coche y buscar las carreteras secundarias que suben a los riscos de alrededor. Con alturas de más de 1000m junto a la costa, las vistas (una vez más) darán la recompensa. El plan de bocata cerdo y Cherry coke, con el Pacífico rompiendo ahí abajo triunfa fijo.



Cuando la carretera vuelva a juntarse con la costa, encontraremos otra de las fotos inevitables de la CA-1. McWay Falls en el parque Julia Pfeiffer Burns. Lástima que no está permitido bajar a la playa a hacer el anuncio de Fa bajo la cascada. Porque seguro que nos quedaba de pegada.




Amplíala ¿Alguien sigue con la duda de ir por la autopista?


Un poco más allá rodaremos sobre el segundo de los puentes más famosos de la ruta, el Big Creek Bridge. Una milla y pico después de cruzarlo, un par de salientes en la costa permiten disparar fotos como ésta:



En este tramo, aparecen más carreteras a la izquierda que nos siguen ofreciendo planes alternativos a la CA-1 para buscar panorámicas desde más altura en la sierra de Santa Lucía, como la Nacimiento-Fergusson Road.




Esta carretera merece un par de líneas. Alcanza su máxima cota (850m) en 7 millas desde la CA-1, pero tranquilas, princesas… no es un camino de cabras. Está bien mantenida porque es la única vía que cruza la sierra de Santa Lucia. Las otras carreteritas se someterán a votación, pero ésta la subiremos fijo.

Casi la misma vista que aquel banco en Death Valley...

Durante las próximas docenas de millas hacia el Sur, la carretera se pega con vértigo a los acantilados. Esta parte era hasta hace poco una de las zonas más inaccesibles de California, sin puertos naturales ni carreteras en condiciones, los suministros llegaban a través de unas estructuras - embarcadero que los pioneros construían como podían en el acantilado. Esta gente los tenía cuadrados. Hace años que el mar se ha llevado a pasear cualquier resto de estas construcciones.


Estamos en la parte sur del Big Sur, y los únicos pueblos (si pueden llegar a llamarse así) que encontraremos en 64 Km (!) son Lucia, Plaskett, Gorda y Ragged Point… y son cuatro casas contadas. Lugares como Lime Kiln State Park o Sand Dollar Beach van a hacernos echar el freno de mano de nuevo y bajar los culos del motonabo salitroso.

Vale ya de fotos hacia el océano. Esto es lo que hay por la otra ventanilla.

Ya cerca de San Simeon, la carretera se despega del acantilado, el relieve se suaviza cambiando el paisaje y nos encontraremos cruzando amplias praderas.


El atractivo por aquí es el Hearst Castle, un palacio de 115 habitaciones en una finca de 51 hectáreas. Una mezcla de estilos bastante hortera e indudablemente yanki… pero si no envidias al mamarracho William Randolph Hearst que se lo hizo construir allá por 1919, es que te faltan un par de veranos.


Un puñado de millas más allá, la carretera baja hasta casi el nivel del mar antes de entrar en Cambria, el primer pueblo de verdad (6.000 habitantes) que tendremos el gusto de cruzar desde hace horas.


Aquí tenemos parada y fonda: gasolina (cara), restaurantes, supermercados… y además el pueblo es resultón. El típico sitio en el que saben lo que tienen, viven del turismo y cuidan cada una de las esquinas como si fuera de su propia casa. Por ello, Cambria es un buen sitio para hacer noche en esta etapa en la CA-1.

Ok, aquí nos detenemos. Estoy viendo que aún queda chicha para hacer un tercer volumen de la ruta, así que nos lo vamos a tomar con calma y en la próxima entrada llegaremos hasta Malibú, además de dar unos consejos básicos sobre esta carretera.




miércoles, 9 de mayo de 2012

LA TRACA FINAL EN LA CA-1 (VOL. I)


Madre mía, la cosa empieza a calentarse… ya tenemos los billetes de avión bajo el brazo y la cuenta atrás para la salida ha bajado de los tres meses. En un pestañeo me veo planeando la maleta bajo un sol de justicia en julio, pero bueno, pies en la tierra: aún nos quedan un par de entradas en la recámara y esto es un blog serio…


Ahora nos vamos al final del Coast to Coast. En el día 17 o 18 ya se nos ha acabado el continente, no hay más línea amarilla hacia el oeste. Ahora el inmenso Pacífico se extiende ante nosotros en los alrededores del Golden Gate, de manera que en los últimos dos días de ruta vamos a dedicarnos a poner rumbo al sur desde San Francisco hasta Los Ángeles. Pero nada de coger la Interestatal 5 por el medio del valle. Llegaríamos en 6 horas y ese no es el plan, no lo ha sido durante las últimas cuatro mil y pico millas y no lo va a ser ahora. Hay otra opción, allá en el borde del estado, junto al mar, hay una carretera de doble sentido que se retuerce al son de los acantilados:


Estamos ante uno de esos cinco o seis lugares que sabíamos desde el principio que queríamos recorrer y conocer. Daba igual, de sur a norte o de norte a sur, la CA-1 no podía faltar en la ruta del Coast to Coast Gorilesco. Y es que, al igual que la Overseas, la CA-1 es una de las 25 All-American Road distribuidas a lo largo del país. Ya sabemos lo que ésto quiere decir: deja el guasap y mira por la ventanilla, mamarracho… aquí la carretera es el monumento.


Vamos a hacer lo único que está en nuestra mano por ahora, que no es otra cosa que calentarnos el melón recorriendo la carretera de mano de tito google. Cogemos la ruta abandonando San Francisco por el sur, dejamos atrás urbanizaciones y campos de golf, y enseguida la carretera se pega a la costa. Durante las primeras millas soporta bastante tráfico porque es el camino más corto entre la gran ciudad y pueblos como Pedro Point, Montara, Moss Beach, El Granada… y a las numerosas playas que van quedando a la derecha.

En las siguientes millas, se va descargando de tráfico y avanza hacia el sur culebreando entre largas playas desiertas y un relieve bastante suave (a ver, comparado con lo que nos vamos a encontrar). Pueblos como Half Moon Bay y Davenport se cruzan en nuestra ruta, que por esta zona a mí me recuerda bastante a algunas carreteras costeras de Asturias o Galicia.

Para los curiosos, la CA-1 está fotografiada al completo en el street view

A 70 millas al sur de San Francisco entramos en Santa Cruz, ciudad de surfers, skaters, riders y compañía, con unos 60.000 habitantes. Dicen que algunas de las mejores olas del mundo rompen en esta parte de la costa de California, será por eso que en esta bahía se lleva surfeando más de un siglo, y que esta ciudad es una meca de los freaks de la tabla.


Lástima que no tengamos tiempo de ponernos el neopreno y darles unas lecciones a los flipados locales.


Numerosas playas reconocidas como parque estatal anticipan la llegada a la ciudad, pero viendo que el reloj no nos va a dar tregua en la CA-1, hay que ir a tiro fijo. Conocer la parte del muelle y del paseo marítimo (Beach Boardwalk), con el tipiquísimo parque de atracciones sobre la playa, será sin duda nuestro tiro.


Después de Santa Cruz, la carretera se aleja de la costa y pasa junto a Watsonville, Castroville (el pueblo de la alcachofa) y Marina, que por lo que veo no tienen interés especial para estos cuatro gorilas.

Oficialmente la Pacific Coast Highway empieza en Monterey, esta ciudad de unos 30.000 habitantes le da nombre a la bahía y fue la capital de California cuando pertenecía a la corona española (ay, qué tiempos aquellos…). Hoy, Monterey atrae turistas por sus edificios restaurados, su rico pasado cultural y la cantidad de alimañas marinas de todo tipo que viven en sus aguas.

Dame paaaaan

Para nosotros, que no tendremos tiempo de ponernos unas gafas de buzo, la ciudad nos puede ofrecer una vuelta rápida por Cannery Row, la calle que separa la ciudad de la costa y en donde se encuentran los restos de la industria pesquera y conservera que fuera el motor de la zona hace décadas; y Fisherman’s Wharf, un antiguo muelle de pescadores reconvertido para disfrute del turista mamarracho, con restaurantes, tiendas de souvenirs, agencias que ofrecen tours para ver ballenas…


Junto a Monterey, a 15 minutos hacia el interior encontramos el circuito de Laguna Seca, famoso a nivel mundial por su sacacorchos, y a nivel gorilesco por una carrera de resistencia "mando caliente" del GT5 que se nos terminó alargando hasta las 3 o 4 de la mañana en casa del señor Bujías. Hay que echarle un ojo a su calendario, no vaya a ser que nos coincida algo interesante de la que pasamos.


Abandonando Monterey sin separarnos de la costa nos metemos en la 17-mile drive. Ésta es una carretera de (bien, lo has adivinado) 17 millas que nos llevará camino de Pebble Beach. En cada giro de la carretera sobre las rocas ofrece vistas espectaculares, entre campos de golf y mansiones de multimillonarios. Entre otras, tendremos una de las típicas fotos de California, el Lone Cypress, cuya imagen ha sido registrada por la comunidad de Pebble Beach, convirtiéndola en su símbolo oficial.


Pebble Beach da hogar a millonarios asquerosamente podridos de pasta, vivalavidas, y jubilados. A nosotros, que no venimos aquí a jugar al golf, ni a pintar cuadros, nos interesa saber que en este enclave se celebra cada año el que probablemente es el concurso de elegancia automovilística más importante a nivel mundial.


El nivel es: o te presentas con algo como una edición especial de un ferrari GT sesentero que vale 5 millones de dólares, o no vengas, harás el ridículo. No lo veremos por tres o cuatro días, porque este año será el 19 de agosto. Pero igual queda algún pepino despistado para cuando pasemos, quién sabe.

Olvídalo, ni aunque te tocara una quiniela de 15

Habiendo jurado que a la vuelta vamos a empezar a echar el euromillón, seguimos la ruta hacia el sur. Enseguida nos topamos con Carmel, refugio de artistas, bohemios y gente de bastante pasta. Y para muestra, Clint Eastwood ocupó el cargo de alcalde (o dueño de esta pocilga), desde 1986 hasta 1988.


Carmel es uno de esos pueblos que tienen o han tenido ordenanzas municipales muy cachondas, como que está prohibido caminar por la calle con tacones de más de 2 pulgadas sin permiso, o que no se puede vender o comer helado en la vía pública. Afortunadamente, desde que Clint pasó por el ayuntamiento, ya puedes tomarte un pirulo tropical tranquilamente sentado en un banco, pero lo del los tacones sigue en pie. Imagino que en un país con tanto abogado-sanguijuela buscando de dónde chupar, estas leyes tendrán su punto de lógica absurda.

En la mayoría de opiniones que leo, Carmel merece una parada. El entorno residencial bohemio, el modo de vida pausado, las calles perfectamente cuidadas, y la belleza natural del enclave seguramente darán una pausa a estos gorilas en su viaje.

Ok, vale... paramos fijo

A unos 5 Km al sur de Carmel tenemos Point Lobos, una reserva estatal de la que he leído que es el “encuentro más bello entre tierra y mar”. Propaganda aparte, desde luego se lo toman en serio porque parece que si le tocas las pinzas a un cangrejo, poco menos que te ponen el mono naranja y vas a una prisión federal de cabeza.



A partir de aquí y durante muchas millas, la civilización deja de estar presente. Entramos en la zona conocida como Big Sur. A lo largo de 90 millas la carretera serpentea como una cremallera entre las montañas Santa Lucía a la izquierda y 8.000 Km de espumoso Pacífico a la derecha. Y no sé que puede suponer mayor placer, si negociar estas curvas al volante o disponer de los cinco sentidos para empaparse de todo esto:


En pocas millas, la carretera trepa hasta 300 m sobre el nivel del mar, y luego vuelve a bajar cerca del Garrapata State Park en una de las pocas playas fácilmente accesibles que nos vamos a encontrar en toda la ruta.


Poco más allá, tras tomar una curva a la izquierda aparece uno de los símbolos imprescindibles de la CA-1, el Bixby Bridge.


Este puente de hormigón fue terminado en 1932, y por aquél entonces supuso el ahorro de casi 50 Km de camino, los carros, carretas y Fords T remachados se tenían que meter cordillera adentro por un camino de tierra que muchas veces no había quien pasara. Con obras como esta no me extraña que a los ingenieros se les parara el aire alrededor hace 70 años… casi como ahora, verdad?

Se me está yendo de las manos, vamos a tomar un respiro en el mirador del puente y continuamos la ruta en el siguiente volumen.