Cierra los ojos y piensa: Estados Unidos. ¿Qué ves? Dólares,
rascacielos, la Superbowl, Harleys, boleras, polis flipaos, negratas con
pistolas, rodeos, Hummers, y comida cerda, mucha y muy cerda. Sobre ésto último, sin fundamento ni
estudios en la materia, vamos a soltar unos cuantos tópicos fáciles en las
siguientes líneas.
La refinada gastronomía yankee nos dará todas las calorías
que necesitamos para las duras etapas que nos esperan, con los culos sentados 8
horas seguidas en el coche. Se puede encontrar amplia literatura sobre la cocina
norteamericana, pero os voy a hacer un resumen para vagos:
Por un lado, la gastronomía norteamericana (si es que
existe), es normalmente una interpretación (más o menos) cerdificada de otras cocinas
del mundo. Por ejemplo, de Italia las pizzas XXL de Chicago; de Alemania las
hamburguesas y los perritos; de México el Texmex de Texas; de Japón los garitos
de sushi de San Francisco… lo que quiero decir es que si pides consejo para
cenar en el mejor restaurante de la ciudad muy probablemente acaben mandándote
a un italiano, o a un francés...
God bless America
Por el otro, nosotros no vamos a perder el culo por probar
las exquisiteces de cada zona, primero porque no serán exquisiteces, segundo
porque pasamos de perder 2 horas en una cola para probar brocheta de ardilla de
los pantanos confitada, y tercero porque no queremos fundir la mitad de nuestro
presupuesto en alimentarnos. No queremos manteles de lino ni cubertería de
plata, los tiros del viaje no van por ahí.
Dicho esto, vamos a dejar de quejarnos, que parezco una paisana
en la cola del médico. Al grano. Empezamos por Florida. Como contábamos en la
entrada de la Overseas, cuando preguntas por la gastronomía de Florida, te
venden el marisco de sus costas como algo delicioso. Bueno… rico sí, pero exquisito
no. El que haya probado el marisco caribeño y el cantábrico entiende por qué
aquella gente se esmera en prepararlo y ponerle mil salsas mientras que aquí la
tiramos a una olla con agua salada y pista.
¿Y qué hacen con el resto del bicho?
Algo típico de verdad -y que para colmo del frikismo tiene
su aparición estelar en algún capítulo de Dexter- es la Key Lime Pie, o tarta
de lima. Parece que la de Joe’s Stone Crab en South Beach, Miami es una de las
mejores. Nunca la he probado, aunque por la foto y los ingredientes uno puede
imaginarse el sabor.
Por lo demás, en estos primeros días del Coast to Coast, el
ambiente caribeño no le pedirá al cuerpo otra cosa más que zumos, frutas,
helados y granizados o snow cones de todos los colores que tu estómago pueda
tolerar. Otra cosa será lo que le pida la gula, que ya nos veo desayunando como
si fuéramos a atravesar el Himalaya.
A medida que nos acercamos a los estados sureños, además del
caribeño, la comida se empapa de sabores españoles, franceses, italianos y
africanos. Resultado de la amalgama de gentes de cada esquina del mundo que han
puesto su bandera aquí.
Algo mencionamos en su entrada. Nueva Orleans ofrece
algunos de los (probablemente) mejores sitios del viaje para zampar. La
influencia francesa y española es lo que tiene. Hay que probar la cocina
criolla y la cajún: super-especiados pollos y pescados de mar o de río,
acompañados de arroces y pastas que llevarán a digestiones entretenidas con
posteriores “susurros al oído” sabrosones.
Dejando atrás los pantanos de Lousiana, nuestra ruta se
adentra en las llanuras de Texas.
Tierra de vacas y maricones.
Y como los maricones no se
comen, lo nuestro será engullir monumentales hamburguesas epickingsize,
costillas con salsa barbacoa, mazorcas de maíz y demás. Como si estuviéramos en
el Antonio’s…por aquí la ingesta diaria de calorías se puede disparar hasta el
absurdo, no olvidemos que nuestro amigo el cowboy del Big Texan Steak Ranch y
sus filetes media-vaca nos esperan a la entrada de Amarillo.
A medida que vamos avanzando hacia el oeste y nos metemos en
Nuevo Mexico, los fastuosos restaurantes de la Ruta 66 nos ofrecen el sabor
tex-mex en sus cartas. Mucha ternera, frijoles, tacos, tortillas, chili con
queso… cuanto más tabasco mejor, y eso que esta gente se piensa que no nos
gusta el picante…
Y llegamos a Las Vegas. Sabemos lo que hay, y lo que se
espera de nosotros. Nuestro pabellón está bien alto. Aquí no esperamos calidad
en los buffets libres, sólo cantidad. Será habitual ver conviviendo en el mismo
plato un plátano frito de Jamaica, ensalada césar, unas costillas a la parrilla,
reno de Alaska con reducción de Pedro Ximénez, salmón ahumado, pizza bianca,
rollitos primavera y unas olivinas por aquello de sentirnos como en casa. Aquí,
comida típica, poca…
Después de Las Vegas, llega Death Valley. Día en el que
probablemente sólo beberemos agua. Para desatascar la hormigonera y porque con
55ºC fuera, el cuerpo no va a pedir otra cosa.
Y llegamos a California, que es -como en muchos otros
aspectos del viaje- otro rollo. Tampoco estamos hablando de la dieta
mediterránea, pero aquí se come un poco mejor. Mejor y más sano, (si quieres,
claro).
En San Francisco por ejemplo, la enorme comunidad asiática ha
transformado muchos rincones de la ciudad en pequeños Tokios, o HongKones (jejeje…).
Se comenta que algunos de los mejores restaurantes de temática asiática del
mundo no están en Asia, sino aquí. Algo hay que probar, y con palillos, claro.
Y como esto iba de tópicos, no podemos olvidar lo de
zamparse un bucket gigante de fried chicken en LA, rodeados de Titos MC… y las innumerables
hamburguesas y perritos, pizzas cerdas, y patatas con mil salsas que caerán a
lo largo de toda la ruta. Puntúa doble si lo pedimos en un Drive-in, en plan
Pedro Picapiedra.
Bueno, esto no es un bucket pero es la foto más apetecible
que he encontrado
Otro tópico que no puede faltar es el clásico American Pie, el
postre por antonomasia de USA. Y eso a pesar de que la manzana es una de esas
frutas/verduras que no existían en América y que los colonos llevaron consigo.
Y esto es una cherry pie, pero a que mola?
¿Y qué sería de nosotros sin probar una caja de donuts
variados con un café aguachírrico en el típico vaso de 342,6 litros? No, no…este
desayuno de poli tampoco va a quedar en el tintero.
Éstos no dejan de ser los tópicos facilones que se me acaban de ocurrir. Esperad a las fotos de lo que realmente nos vamos a zampar. La realidad muchas veces supera a la ficción.
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