jueves, 19 de enero de 2012

DECLARACIÓN DE INTENCIONES: RUTA 66? NO, GRACIAS

Parece típico: cuatro colegas en edad de merecer mamando del mundo yankee desde que abrieron los ojos, influenciados por las películas y series que llevan viendo años, por los cientos de horas metidas a videojuegos como el GTA San Andreas o los Fallout III y NewVegas, por la música que han escuchado, por la fast food cerda que se han comido, por las fotos, los anuncios, un bombardeo continuo de cultura del tío Sam.

La idea de conocer aquello en persona se va formando en sus cabezas, se terminan los estudios, se empieza a trabajar (increíble pero cierto), empiezan a ahorrar algunos duros y un día se dan cuenta de que lo que ayer era una enorme paja mental, mañana puede ser tan cierto como que Chuck Norris puede tomar Pyongyang cuando quiera, él solo, de una patada.

Entonces a alguien le suena la Ruta 66 como la espina dorsal de Norteamérica, la mejor manera de conocer el país a través de su carretera madre. Y empieza la motivada (de ahora en adelante: palote), se buscan libros, se pregunta a compañeros, y sobre todo se tira de Internet. Internet es infinito, se comenta que ni Falete se lo podría comer.

Vamos a informarnos: escribo “Rout” y Google completa el resto, Route 66, que fácil. Un momento… de repente te ves rodeado de agencias con viajes planeados, etapa por etapa todo masticadito. Te dan la Harley, te buscan los hoteles, te marcan las etapas, come aquí, duerme aquí, hazte la foto para el feisbuc aquí mirando al infinito, disfruta de este bonito sitio para plantar un pino…y luego te clavan 5000€.

Cargada de historia y plagada de símbolos de los profundos EEUU, la Ruta es la presa perfecta para hacer caja con la etiqueta de “viaje auténtico” “Live your own Road Movie”. Lo era antes. Ahora ya no tanto.


Tú nunca serás como Peter Fonda, por mucha cara de interesante que pongas mirando al infinito


Entonces picas, te embarcas y no haces más que encontrarte a mamarrachos con el pañuelo en el melón, mascando una hamburguesa, mirando por la ventana del McDonalds a su Harley de alquiler, sin tener ni puta idea de dónde están - sólo que ésta es su etapa 8-, y pensando “joder que auténtico soy, madre mía”. Cuando lo que son en realidad es un cliente más de un parque de atracciones de 2000 millas de largo. Amigo, la ruta es algo más, si hasta en el Bershka las niñas se compran camisetas de la Ruta66, la misma aberración que con las de los Ramones…!


Necesito ese plato!!...............No


A poco que uno se informe del asunto, puede comprobar que la Ruta 66 se está convirtiendo en la antítesis de lo que fue en sus comienzos. Hace 80 años la gente se tenía que tirar a esta carretera a la aventura, sin tener ni idea de lo que había dos curvas más allá. Auténticos eran los que se tiraban al desierto de Arizona en los años 30 con estas matracas.


No nos negamos a hacerla porque cualquiera pueda recorrerla hoy en día, no somos tan puristas pedantes ni vamos por ahí. Es lógico que ya no sea lo que fue hace 80 años. Esto es una pataleta contra el típico tópico. Sencillamente no queremos ser turistas haciendo una ruta que corre el riesgo de volverse de plástico, atravesando pueblos con fachadas repintadas anteayer al estilo oldtimer, atufando a una obsolescencia estudiada para atrapar el dólar del turista. Queremos viajar, encontrar hierro oxidado y realmente tostado al sol desde hace décadas, gente viviendo junto a la carretera porque alrededor hay maizales, granjas y pozos de petróleo, no porque en los últimos años se haya convertido en un parque temático.

Lo que perseguimos con este Coast to Coast es dibujar nuestra ruta, conducir a nuestro ritmo –bastante, por cierto-, informarnos por libre, hablar con la gente, buscar carreteras ratoneras con paisajes que quiten el hipo, reparar pinchazos, detenernos en sitios donde no estén hasta los huevos de grupos de extranjeros, donde no tengan el menú en francés, alemán, chino, italiano y ruso, donde se pregunten qué coño hacen cuatro españoles allí –o dónde está España-, incluso perdernos y echar una cabezada cerda en el coche si es necesario porque el último motel que había en la zona tenía el luminoso de no vacancy.

Queremos poder decidir cada cruce desde estos primeros momentos de planificación. Porque así se disfruta un viaje, lo otro es colgarse una cámara al cuello y hacer turismo. No buscamos ser auténticos autentificándose en la auténtica Ruta 66. Primero, porque seguir una ruta que hacen tropecientosmil tíos no te transforma en un ser auténtico, y segundo, porque perseguir ese fin con un viaje de tres semanas es estar un poco equivocado (siempre en mi humilde opinión). Algunos cientos de nuestras millas discurren sobre la Ruta 66... sí, nos enganchamos a la altura de Elk City y la dejamos en algún punto sobre Nuevo Mexico. Caerá la típica foto, por supuesto, pero no vamos a ser menos "isiraiders" cuando la abandonemos y tomemos la ruta gorilesca de nuevo.


Ojo, con esta declaración de intenciones no quiero sembrar la discordia con la gente que se apunta a este tipo de viajes, pagando para que piensen y decidan por ellos, para luego vivir ese espejismo de libertad pañuelera. Cada cual hace con sus duros lo que le viene en gana. Bien, pero que no te engañen con la zanahoria de “el viaje de tu vida”. Mentira. El viaje de tu vida lo dibujas tú, vas con quien tú escoges, y lo planeas y saboreas desde años antes, sin haber metido ni un gayumbo en la maleta.

Nosotros también te queremos, Dennis



No hay comentarios:

Publicar un comentario