La idea de conocer aquello en persona se va formando en sus cabezas, se terminan los estudios, se empieza a trabajar (increíble pero cierto), empiezan a ahorrar algunos duros y un día se dan cuenta de que lo que ayer era una enorme paja mental, mañana puede ser tan cierto como que Chuck Norris puede tomar Pyongyang cuando quiera, él solo, de una patada.
Entonces a alguien le suena la Ruta 66 como la espina dorsal de Norteamérica, la mejor manera de conocer el país a través de su carretera madre. Y empieza la motivada (de ahora en adelante: palote), se buscan libros, se pregunta a compañeros, y sobre todo se tira de Internet. Internet es infinito, se comenta que ni Falete se lo podría comer.
Vamos a informarnos: escribo “Rout” y Google completa el resto, Route 66, que fácil. Un momento… de repente te ves rodeado de agencias con viajes planeados, etapa por etapa todo masticadito. Te dan la Harley, te buscan los hoteles, te marcan las etapas, come aquí, duerme aquí, hazte la foto para el feisbuc aquí mirando al infinito, disfruta de este bonito sitio para plantar un pino…y luego te clavan 5000€.
Cargada de historia y plagada de símbolos de los profundos EEUU, la Ruta es la presa perfecta para hacer caja con la etiqueta de “viaje auténtico” “Live your own Road Movie”. Lo era antes. Ahora ya no tanto.
Tú nunca serás como Peter Fonda, por mucha cara de interesante que pongas mirando al infinito
Entonces picas, te embarcas y no haces más que encontrarte a mamarrachos con el pañuelo en el melón, mascando una hamburguesa, mirando por la ventana del McDonalds a su Harley de alquiler, sin tener ni puta idea de dónde están - sólo que ésta es su etapa 8-, y pensando “joder que auténtico soy, madre mía”. Cuando lo que son en realidad es un cliente más de un parque de atracciones de 2000 millas de largo. Amigo, la ruta es algo más, si hasta en el Bershka las niñas se compran camisetas de
Necesito ese plato!!...............No
Lo que perseguimos con este Coast to Coast es dibujar nuestra ruta, conducir a nuestro ritmo –bastante, por cierto-, informarnos por libre, hablar con la gente, buscar carreteras ratoneras con paisajes que quiten el hipo, reparar pinchazos, detenernos en sitios donde no estén hasta los huevos de grupos de extranjeros, donde no tengan el menú en francés, alemán, chino, italiano y ruso, donde se pregunten qué coño hacen cuatro españoles allí –o dónde está España-, incluso perdernos y echar una cabezada cerda en el coche si es necesario porque el último motel que había en la zona tenía el luminoso de no vacancy.
Ojo, con esta declaración de intenciones no quiero sembrar la discordia con la gente que se apunta a este tipo de viajes, pagando para que piensen y decidan por ellos, para luego vivir ese espejismo de libertad pañuelera. Cada cual hace con sus duros lo que le viene en gana. Bien, pero que no te engañen con la zanahoria de “el viaje de tu vida”. Mentira. El viaje de tu vida lo dibujas tú, vas con quien tú escoges, y lo planeas y saboreas desde años antes, sin haber metido ni un gayumbo en la maleta.
Nosotros también te queremos, Dennis
No hay comentarios:
Publicar un comentario