viernes, 15 de junio de 2012

LAS SUGERENCIAS DEL CHEF


Cierra los ojos y piensa: Estados Unidos. ¿Qué ves? Dólares, rascacielos, la Superbowl, Harleys, boleras, polis flipaos, negratas con pistolas, rodeos, Hummers, y comida cerda, mucha y muy cerda. Sobre ésto último, sin fundamento ni estudios en la materia, vamos a soltar unos cuantos tópicos fáciles en las siguientes líneas.


La refinada gastronomía yankee nos dará todas las calorías que necesitamos para las duras etapas que nos esperan, con los culos sentados 8 horas seguidas en el coche. Se puede encontrar amplia literatura sobre la cocina norteamericana, pero os voy a hacer un resumen para vagos:

Por un lado, la gastronomía norteamericana (si es que existe), es normalmente una interpretación (más o menos) cerdificada de otras cocinas del mundo. Por ejemplo, de Italia las pizzas XXL de Chicago; de Alemania las hamburguesas y los perritos; de México el Texmex de Texas; de Japón los garitos de sushi de San Francisco… lo que quiero decir es que si pides consejo para cenar en el mejor restaurante de la ciudad muy probablemente acaben mandándote a un italiano, o a un francés...

God bless America

Por el otro, nosotros no vamos a perder el culo por probar las exquisiteces de cada zona, primero porque no serán exquisiteces, segundo porque pasamos de perder 2 horas en una cola para probar brocheta de ardilla de los pantanos confitada, y tercero porque no queremos fundir la mitad de nuestro presupuesto en alimentarnos. No queremos manteles de lino ni cubertería de plata, los tiros del viaje no van por ahí.


Dicho esto, vamos a dejar de quejarnos, que parezco una paisana en la cola del médico. Al grano. Empezamos por Florida. Como contábamos en la entrada de la Overseas, cuando preguntas por la gastronomía de Florida, te venden el marisco de sus costas como algo delicioso. Bueno… rico sí, pero exquisito no. El que haya probado el marisco caribeño y el cantábrico entiende por qué aquella gente se esmera en prepararlo y ponerle mil salsas mientras que aquí la tiramos a una olla con agua salada y pista.

¿Y qué hacen con el resto del bicho?

Algo típico de verdad -y que para colmo del frikismo tiene su aparición estelar en algún capítulo de Dexter- es la Key Lime Pie, o tarta de lima. Parece que la de Joe’s Stone Crab en South Beach, Miami es una de las mejores. Nunca la he probado, aunque por la foto y los ingredientes uno puede imaginarse el sabor.


Por lo demás, en estos primeros días del Coast to Coast, el ambiente caribeño no le pedirá al cuerpo otra cosa más que zumos, frutas, helados y granizados o snow cones de todos los colores que tu estómago pueda tolerar. Otra cosa será lo que le pida la gula, que ya nos veo desayunando como si fuéramos a atravesar el Himalaya.


A medida que nos acercamos a los estados sureños, además del caribeño, la comida se empapa de sabores españoles, franceses, italianos y africanos. Resultado de la amalgama de gentes de cada esquina del mundo que han puesto su bandera aquí.

Algo mencionamos en su entrada. Nueva Orleans ofrece algunos de los (probablemente) mejores sitios del viaje para zampar. La influencia francesa y española es lo que tiene. Hay que probar la cocina criolla y la cajún: super-especiados pollos y pescados de mar o de río, acompañados de arroces y pastas que llevarán a digestiones entretenidas con posteriores “susurros al oído” sabrosones.


Dejando atrás los pantanos de Lousiana, nuestra ruta se adentra en las llanuras de Texas.


Tierra de vacas y maricones.


Y como los maricones no se comen, lo nuestro será engullir monumentales hamburguesas epickingsize, costillas con salsa barbacoa, mazorcas de maíz y demás. Como si estuviéramos en el Antonio’s…por aquí la ingesta diaria de calorías se puede disparar hasta el absurdo, no olvidemos que nuestro amigo el cowboy del Big Texan Steak Ranch y sus filetes media-vaca nos esperan a la entrada de Amarillo.


A medida que vamos avanzando hacia el oeste y nos metemos en Nuevo Mexico, los fastuosos restaurantes de la Ruta 66 nos ofrecen el sabor tex-mex en sus cartas. Mucha ternera, frijoles, tacos, tortillas, chili con queso… cuanto más tabasco mejor, y eso que esta gente se piensa que no nos gusta el picante…


Y llegamos a Las Vegas. Sabemos lo que hay, y lo que se espera de nosotros. Nuestro pabellón está bien alto. Aquí no esperamos calidad en los buffets libres, sólo cantidad. Será habitual ver conviviendo en el mismo plato un plátano frito de Jamaica, ensalada césar, unas costillas a la parrilla, reno de Alaska con reducción de Pedro Ximénez, salmón ahumado, pizza bianca, rollitos primavera y unas olivinas por aquello de sentirnos como en casa. Aquí, comida típica, poca…


Después de Las Vegas, llega Death Valley. Día en el que probablemente sólo beberemos agua. Para desatascar la hormigonera y porque con 55ºC fuera, el cuerpo no va a pedir otra cosa.


Y llegamos a California, que es -como en muchos otros aspectos del viaje- otro rollo. Tampoco estamos hablando de la dieta mediterránea, pero aquí se come un poco mejor. Mejor y más sano, (si quieres, claro).

En San Francisco por ejemplo, la enorme comunidad asiática ha transformado muchos rincones de la ciudad en pequeños Tokios, o HongKones (jejeje…). Se comenta que algunos de los mejores restaurantes de temática asiática del mundo no están en Asia, sino aquí. Algo hay que probar, y con palillos, claro.


Y como esto iba de tópicos, no podemos olvidar lo de zamparse un bucket gigante de fried chicken en LA, rodeados de Titos MC… y las innumerables hamburguesas y perritos, pizzas cerdas, y patatas con mil salsas que caerán a lo largo de toda la ruta. Puntúa doble si lo pedimos en un Drive-in, en plan Pedro Picapiedra.

Bueno, esto no es un bucket pero es la foto más apetecible que he encontrado

Otro tópico que no puede faltar es el clásico American Pie, el postre por antonomasia de USA. Y eso a pesar de que la manzana es una de esas frutas/verduras que no existían en América y que los colonos llevaron consigo.

Y esto es una cherry pie, pero a que mola?

¿Y qué sería de nosotros sin probar una caja de donuts variados con un café aguachírrico en el típico vaso de 342,6 litros? No, no…este desayuno de poli tampoco va a quedar en el tintero.


Éstos no dejan de ser los tópicos facilones que se me acaban de ocurrir. Esperad a las fotos de lo que realmente nos vamos a zampar. La realidad muchas veces supera a la ficción.

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